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miércoles, 30 de agosto de 2017

Lagos de Covadonga

Las vacaciones familiares son una buena excusa para visitar lugares distantes de la casa propia, pueblos o ciudades difícilmente visitables durante el año (por motivos obvios de tiempo). Si estos lugares están cerca de las montañas, pues mucho mejor. La dificultad viene a la hora de elegir excursiones que se adapten a las capacidades y a las ganas de los peques que siempre nos acompañan. Al final, tirando de clásico, decidimos visitar los Lagos de Covadonga.





La sensación que me deja en el cuerpo esta pequeña excursión es bastante contradictoria: por un lado, el circo turístico que hay allí montado es difícil de combatir con vacunas normales. Por otra, la belleza de los paisajes compensa en parte esta decepción. En verano, a partir de las 9 de la mañana, el acceso a los lagos sólo se puede hacer en autobús, que cogemos desde la estación de Cangas de Onís. (Por supuesto que se puede subir a pie desde abajo, pero esto es otra historia, especialmente con niños, aunque no me creo dispuesto a semejante paliza, a sabiendas del barullo que hay arriba). Tras el largo trayecto (más de media hora) por una espectacular carretera de montaña, llegamos al lago Enol, un precioso lago glaciar rodeado de verdes montañas, junto al que hay un gran aparcamiento en el que no dejan de entrar y salir autobuses cargados de turistas. Aunque con la ruta estudiada desde casa, pregunto en la oficina de información sobre la duración aproximada de la misma. Los horarios que me facilitan son bastante más largos que los que había previsto y los que a la postre fueron: de tres a cuatro horas para una ruta en la que invertimos, con niños, algo más de dos horas. Sin duda, horarios adecuados para las señoras con tacones y caballeros con mocasines que allí se dan cita. 


Emprendemos el camino ¡¡¡empedrado!!! (no se vaya nadie a ensuciar de barro) hacia el mirador Entrelagos. Mientras ascendemos, admiramos el lago Enol con su juego de reflejos.

Porra de Enol reflejada en las quietas aguas del lago Enol. A la derecha, carretera y autobús.


Tras quince o veinte minutos de subida fuerte a ritmo tranquilo, llegamos al mirador Entrelagos, desde el que podemos ver perfectamente los dos lagos: el Enol y la Ercina desde donde no pude resistirme a hacer esta panorámica.


Aunque no se aprecia en la imagen, a la izquierda hay un aparcamiento con cafetería, bastante bullicio y olor de carne a la brasa. De hecho, en la oficina de información nos ofrecieron subir hasta la Ercina en Taxi, por sólo 1€ por persona. En fin, el turismo y el dinero mandan.

Lago de la Ercina

A partir de este punto, la mayoría del personal decide seguir por la senda empedrada que vuelve a llevarlos hasta el aparcamiento, pasando por las minas de Buferrera, un lugar muy interesante para visitar con los peques, pero que nosotros obviamos. Decidimos rodear el lago para rodear el pico El Mosquital y llegar a la Vega de Enol y así cerrar el círculo (ver mapa más arriba, el PR-2 marcado en amarillo).

Dejamos atrás el bullicio y ahora sólo las vacas y algunos excursionistas nos acompañan.

Mirada atrás desde la Ercina

El camino apenas tiene desnivel durante todo el recorrido, sólo pequeños repechos. Atravesamos diferentes grupos de casas y vegas, con signos de estar todavía en uso. Es como un viaje al pasado. Realmente esta parte de la excursión (sólo por huir del bullicio), me está gustando mucho más.

Las Reblagas

Avistamos fauna diversa...

...camino de El Bricial

El Bricial

El Bosque del Palomberu

Finalmente llegamos a la Vega de Enol


Una amplia pista nos dirige de nuevo hacia el lago Enol, donde cerraremos el círculo.


Al fondo, ya se intuye el Lago. No podíamos irnos sin la pertinente foto con vaca, que acostumbrada al gentío, nos mira de reojo perezosa.

Así damos por finalizada nuestra excursión para la que añadiré una recomendación que creo que os será útil: venid en otoño o en primavera, si podéis (o madrugad mucho). Seguro que podréis disfrutar de este magnífico paseo en un ambiente mucho más adecuado y tranquilo, tal y como requiere el lugar (tal y como requieren las montañas).

¡Hasta pronto!

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