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domingo, 29 de agosto de 2021

Dos días alrededor del Bisaurín

 


Todo el que ama la montaña (o cualquier otra actividad) espera inculcar ese amor a sus hijos. Se empieza haciendo cortas excursiones cuando son pequeños, paseos por el monte en el que descubrir algún fruto silvestre, pequeños insectos, una charca con renacuajos... Con el tiempo se van planteando algunas actividades algo más largas, como ascensiones a algún pico cercano a casa. Pero van cumpliendo años y ves que les cuesta salir, que van contigo a regañadientes, que no les acaba de calar la afición.

Un día se te ocurre proponer algo: ¿Qué os parece si cogemos la tienda y nos marcamos una ruta de 3 días por Pirineos? Y, ¡oh sorpresa! ambos responden con un sonoro ¡Vale! 

Y a partir de ese momento empiezan todos mis nervios, semanas de preparación, de elección de la ruta, revisión de material... No sé ellos, pero yo estoy que no quepo en mí.

Así, el pasado 25 de julio partimos hacia el valle de Hecho para intentar rodear el Bisaurín partiendo desde el refugio de Gabardito. He elegido los Valles Occidentales por presentar menos desniveles y un terreno algo más amable que el Pirineo Central. 

Cámping de La Borda de Bisaltico

Tras pasar la noche del domingo 25 en el Cámping de La Borda de Bisaltico con el coche recorremos la estrecha carretera que nos lleva hasta el refugio de Gabardito, donde empezaremos nuestra travesía. Junto al refugio hay un aparcamiento donde podremos dejar el coche los próximos días.

En el aparcamiento, justo antes de partir. Alejandro y Javi llenos de ilusión.

Refugio de Gabardito. Iniciamos la ruta.

Hacia las 8:45 iniciamos nuestra aventura. Aventura para ellos, que es la primera vez que hacen una travesía de más de un día. Y aventura para mí, que no sé cómo responderán, tanto física como anímicamente. Aunque parece que lo tengo todo bastante bien atado, la montaña es la montaña y nunca se sabe.
El camino que parte de Gabardito se adentra en un hayedo por el que el GR11 asciende buscando el Plan de Dios Te Salve, con el Barranco de Agüerri siempre a nuestra izquierda.




La señalización durante el recorrido es constante y es difícil perderse.

El repecho previo al Plan de Dios Te Salve endurece el camino, justo en el momento en que perdemos la protección del bosque.

Plan de Dios Te Salve

Plan de Dios Te Salve y su refugio forestal.

A partir de este momento casi toda la travesía transcurre por zona de prados, con mucha presencia de ganado vacuno así como caballar. El sol empieza a picar y toca untarse de crema protectora y sacar los gorros para protegernos.

Tras una breve subida llegamos al Plan d'Aniz, donde también hay un refugio forestal junto a un cercado para ganado. Allí vemos por primera vez la silueta del Bisaurín. 
Plan y Refugio d'Aniz bajo el Bisaurín.



Nos dirigimos al Collado del Foratón, desde el que se puede ascender al Bisaurín por su arista sur, que con sus 2.670 metros es el techo de esta parte del Pirineo.

A la derecha del Bisaurín el collado del Foratón, a 2.016m. primer paso alto del día.

Punta Agüerri (2.447 m) desde el Collado del Foratón

Equipazo en el Collado del Foratón.

A partir de este momento un largo descenso por el valle de la Fuenfría nos llevará hasta las inmediaciones del refugio de Lizara, antes del cual nos desviaremos hacia la izquierda por el Barranco de Oldelca para dirigirnos hacia el norte en nuestro recorrido alrededor del Bisaurín.

Valle de la Fuenfría

Macizo de Vernera. Al fondo se intuyen las cumbres de la sierra de Aísa


Cargando agua en la fuente de la Fuenfría

Desvío hacia Oldelca, poco antes de Lizara

En la cabaña de Oldelca, poco después de dejar el GR hacia Lizara, llegamos a la cabaña de Oldelca. Es poco más de las 13h. el calor aprieta y es buen sitio para parar a comer algo y refrescarnos del "calentón" que llevamos.

Refugio de Oldelca

El peque me ha "cazado" estudiando la ruta.

Y como cada vez que me roba la cámara, se pone creativo.

Desde Oldelca tenemos una vista privilegiada del refugio de Lizara

Tras la comida unas nubes altas nos tapan el sol, lo que hace la temperatura más agradable para seguir nuestro camino. Nos espera una fuerte subida por el barranco de Oldelca para buscar el llano de Mistresa. Se trata de un barranco escondido, en el que no encontramos a nadie, rodeado de escarpadas paredes y con una preciosa mezcla de verdes y grises que nos acompañarán durante toda la subida.

Barranco de Oldelca


Vista atrás del sendero recorrido.



Tras cerca de una hora de recorrido, divisamos la Caseta de Vernera

Un alto en el camino. Caseta de Vernera.

Llano de Mistresa

A partir del Llano de Mistresa un giro de noventa grados nos lleva por el Barranco de Vernera hacia el Este. El paisaje está menos embarrancado y la pendiente en este tramo es más llevadera. Además de las vacas, alguna marmota grita nerviosa a nuestro paso y huye de nuestra presencia haciendo las delicias del personal. El Puerto de Vernera (2.115 m), el punto más alto de la travesía, está ya muy cerca, y nos abrirá las puertas del ya cercano Valle de los Sarrios.

Barranco de Vernera. Al fondo se intuyen las paredes que cierran el Valle de los Sarrios.

Una mirada atrás nos descubre una nueva y espectacular perspectiva del Bisaurín.


A medida que nos acercamos al Puerto de Vernera, unas nubes ascienden amenazantes desde el fondo del Valle de los Sarrios.

Nubes sobre el Puerto de Vernera

Equipazo, en el Puerto de Vernera

En el Puerto de Vernera no somos capaces de ver el Valle de los Sarrios bajo nuestros pies. Una densa niebla lo envuelve todo. Aún así, la senda está muy marcada y no hay problemas para seguirla. Muy cerca de allí, en una pequeña torrentera que nos acompaña a nuestra derecha, podemos llenar agua para lo que nos queda.

Descenso hacia el Valle de los Sarrios

Casi a ciegas ponemos pie en el Valle de los Sarrios. Nos cruzamos con un excursionista que nos confirma que estamos donde estamos. Nos dice que camino del Ibón de Estanés la niebla está muy densa así que decidimos dar por finalizada la jornada. El lugar, junto a un par de rocas enormes, es fantástico para acampar y el ambiente que nos rodea es espectacular. Son poco más de las 5 de la tarde por lo que tendremos tiempo para descansar y disfrutar de la tarde de una forma relajada.


Durante la tarde comentamos lo vivido durante todo el día. Ha sido una jornada fantástica y mis chicos se han comportado como unos campeones. Ni en mis mejores sueños hubiera esperado una respuesta tan buena. Están motivados y disfrutando del recorrido.

Durante toda la tarde se alternan los bancos de niebla densa con claros que nos dejan ver lo que nos rodean. Salimos a dar una vuelta por los alrededores. La cámara echa humo. El Valle de los Sarrios no defrauda. Durante toda la tarde, solamente el paso de dos grupos de senderistas rompen la soledad. Nos sentimos unos afortunados de disfrutar de este valle para nosotros solos. Las fotos (una selección de las muchísimas que hice) no necesitan comentario.

Puntal del Bozo (2.407 m.)








Martes, 27 de julio. La noche ha sido muy ventosa y no hemos pegado ojo. Tras desayunar y desmontar la tienda, atravesamos el Valle de los Sarrios para iniciar el descenso hacia el Ibón de Estanés, al que nos acercaremos, pero nos desviaremos antes para buscar Aguastuertas. Aunque no toquemos sus aguas, obtendremos unas vistas magníficas del ibón.

Dominando el horizonte, la desafiante silueta del Midi d'Ossau

Las vistas hacia el Oeste.

Transitando bajo la Cúpula de Secús y el Pico Alto de la Portaza

Precioso Ibón de Estanés. De fondo, las montañas que rodean el francés valle de Aspe.

Vemos algunas montañas conocidas: Petrachema, Mesa de los Tres Reyes y Anie.

Los peques siguen manteniendo un ritmo magnífico, prácticamente el que llevaría yo en solitario. Les encanta cruzarse con excursionistas que les animan y les llaman valientes. Ellos encantados, y es que la experiencia está siendo preciosa para ellos y, sobre todo, para mí.

Hacia el Puerto de Escalé, al fondo ya se intuye el valle de Aguas Tuertas.

Poste indicativo en el Puerto de Escalé.

Tras un largo sube y baja, llegamos por fin al Valle de Aguas Tuertas. A partir de aquí, la jornada, muy larga en distancia, se vuelve mucho más cómoda, en un continuo y suave descenso. En contraste a la jornada previa, en la que hemos encontrado muy poca gente, la accesibilidad a Aguas Tuertas, su fama y la cercanía (apenas una hora) de un aparcamiento, hacen de este lugar mucho más visitado que el resto de la ruta. A partir de este momento se ha acabado la soledad.

Valle de Aguas Tuertas





Tardamos cerca de una hora en atravesar aguas tuertas, cruzándonos con bastantes turistas, que se fotografían con los caballos o descansan junto al agua. El Achar de Aguas Tuertas marca el punto más bajo de este valle. A partir de aquí, sus aguas se precipitan sobre el Valle de Guarrinza
Achar de Aguas Tuertas

Valle de Guarrinza desde el Achar de Aguas Tuertas

En la cabecera del valle de Guarrinza podemos descender por la pista forestal que lleva al aparcamiento que utilizan todos los que acceden a Aguas tuertas, o ir por la margen derecha, por donde discurre el GR-11 y podemos gozar de la soledad por una preciosa senda. Evidentemente elegimos esta última opción, algo más larga (pero no mucho) pero mucho más bonita.

Camino del Puen de los Chitanos, puente que nos ayudará a cruzar a la margen derecha del río y donde haremos un alto para comer algo. Son aproximadamente las 12:30.

En todo el valle de Guarrinza apenas encontramos dos grupos de excursionistas.

Cansados, pero sin perder la sonrisa.


Antes de las 3 de la tarde completamos el descenso del Valle de Guarrinza. El cielo se empieza a poner oscuro y, tras una parada para descansar y decidir qué hacer, decidimos darnos prisa para bajar por la carretera que atraviesa la Selva de Oza. Tras charlar un rato con unos chavales que están haciendo la transpirenaica, y que también miran el cielo con inquietud, partimos. Cruzamos los dedos para que aguante el tiempo sobre nuestras cabezas. Aunque intento que no se me note, estoy inquieto pues no tengo claro que encontremos un buen lugar para dormir, así que animo a mis chicos a que no aflojen el paso. Cualquier cabaña de pastores nos servirá y tengo alguna en mente (sobre el mapa, no sé en qué estado estará) aunque si la cosa se pone fea, el camping de la Selva de Oza no está lejos.

Coches aparcados al final de la carretera de la Selva de Oza

Tras un tramo de carretera de poco más de media hora, llegamos a las inmediaciones del Camping Selva de Oza. Está lleno de coches y gente. Hemos dejado atrás la tranquilidad de las montañas y volvemos a la "civilización". El cielo parece que aguanta. En una zona de merenderos, paramos a comer y descansar.

Comiendo en la Selva de Oza, bajo el Castillo de Acher.

A partir del Puente de Oza, justo después del camping, el sendero abandona la carretera y se adentra en el bosque. Estamos cansados pues la paliza está siendo importante, pero no oigo quejas. Están demostrando un compromiso tremendo. ¡Menudos campeones!
La travesía se acerca a su fin, aunque mi intención es encontrar un lugar donde dormir para terminar al día siguiente nuestro camino en el refugio de Gabardito.



En un cruce de la senda con la carretera encontramos la cabaña que yo había previsto para dormir. La puerta está abierta pero no nos da muy buena sensación. Sigue sin llover y calculo que sólo nos falta una hora para llegar a la Borda de Bisaltico, el camping donde dormimos el domingo. Se lo comento a Javi y a Alejandro y lo tienen claro. Aún no es demasiado tarde. ¡Continuamos!
A partir de ese momento nos internamos en la calzada romana que discurre paralela a la carretera, que en todo momento sigue el curso del Valle de Hecho junto al río Aragon Subordán.

Torre de Vixía, en la calzada romana.

Pasadas las 7 de la tarde llegamos a la Borda de Bisaltico. ¡Lo hemos logrado! Mañana recuperaremos el coche pero sólo queda un paseo (apenas una hora). Nos abrazamos y, tras plantar la tienda...

Celebración del éxito.

Llamamos a casa, mamá no se cree que hayamos llegado tan pronto. Le encanta oírnos tan contentos. Y es que la felicidad debe parecerse bastante a esto.

Propongo a los chicos que, si quieren, mañana me esperen en el camping mientras yo subo hacia el refugio de Gabardito para recuperar el coche. Alejandro, el peque de la casa, contesta con un rotundo ¡no! Dice que hasta que no lleguemos al punto de inicio no habremos terminado la travesía y que quiere cerrar el círculo. ¿Vosotros le discutiríais? Yo tampoco.

Tras una noche con tormenta incluida, al día siguiente, con toda la calma del mundo (y sin el peso de las mochilas), cogemos un par de botellas de agua y salimos hacia Gabardito.


La senda que transcurre por un precioso hayedo, salva cerca de 400 metros de desnivel.

Tras algo menos de una hora, llegamos a Gabardito. Los tres nos abrazamos, fotografiamos e incluso tomamos un helado en el refugio. ¡Se lo han ganado!

Objetivo cumplido. Frente al refugio de Gabardito.




Y he de confesar que, además, alguna lagrimilla me cayó. Me ha emocionado las ganas de disfrutar, las ganas de estar juntos, las conversaciones, las risas, el cansancio, los abrazos, los besos y ese "Papá, el año que viene repetimos, ¿no?

Hemos estado solos, autónomos, construido nuestra propia aventura, durmiendo con toda la montaña para nosotros solos...

Puedo asegurar que nunca la montaña me había sentado tan bien, y mira que me sienta bien. Pero disfrutar con tus hijos de lo que más te gusta, y saber que ellos lo han disfrutado también, es todo lo que podría pedir.

¿Lo recomiendo? Sin dudarlo.

Nos vemos en las montañas.

























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