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lunes, 24 de septiembre de 2018

Foz de Lumbier


Con el inicio del otoño, echo una mirada nostálgica hacia atrás, hacia el recién acabado verano, que poco a poco se desdibuja en la memoria entre los menesteres del día a día y los anhelos de futuros proyectos montañeros.



Las vacaciones familiares, transcurridas por tierras navarras, tuvieron como centro de operaciones la población de Lumbier, en cuyo cámping quedó instalada la casa con ruedas que nos acompaña desde hace un tiempo. Muy cerca del cámping, pegado al propio Lumbier, el río Salazar, que acaricia con sus aguas esta bonita localidad, vierte sus aguas en el río Irati que, apenas dos kilómetros aguas abajo, se encajona en una corta pero profunda y espectacular foz (garganta, desfiladero), en la que el rumor tranquilo del agua y la vista del vuelo espectacular de las grandes aves carroñeras, atrapan al caminante en un continuo mirar hacia el cielo y los riscos que le rodean.


En la zona existe un aparcamiento de pago, con merenderos y agua, donde podremos recibir información sobre esta foz, así como de la cercana Foz de Arbaiun. El recorrido, de ida y vuelta (también existe la posibilidad de hacer una ruta circular más larga), sigue el trazado del antiguo tren "El Irati", en funcionamiento entre los años 1.911 y 1.955. Sendos túneles marcan el inicio y el final de la foz, y la separan del mundo exterior.

Túnel de entrada a la foz.

El recorrido, de 2'6 kilómetros entre ida y vuelta, y sin ningún desnivel, permite un agradable paseo en el que admirar las inmensas paredes, el rumor del río y el vuelo majestuoso de los buitres. Y es que es inevitable parar a cada paso y alzar la vista ante el espectáculo que nos rodea.

 Vista de la foz tras atravesar el primer tunel

 Pronto vemos los primeros buitres sobre los riscos

 Y disfrutamos de sus majestuoso vuelo

 También se ven alimoches

 Altas paredes nos rodean.

 De nuevo, un alimoche

 El cielo se llena de oleadas de buitres


 Tras salir del segundo tunel, los restos del puente del diablo, que dominaba la foz desde el sur.


 Los buitres no son la única fauna de la zona.

 La inconfundible silueta del buitre leonado.

 La foz, ya de vuelta



Y siempre mirando hacia arriba, hacia atrás, a los riscos, al cielo... nos despedimos de esta preciosa foz, con el pesar del fin de las vacaciones, con el pesar de las despedidas de aquellos lugares que quedarán atrapados en nuestra memoria. Pero siempre con la esperanza de que quien nos acompaña, esos locos bajitos que decía Serrat, guarden como tesoros estos momentos de familia y montaña, y que sean la semilla de unos pequeños corazones montañeros.

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