La nevada de enero de 2017 es de aquellas que luego recordaremos como históricas. No recuerdo ninguna nevada en la que se suspendieran las clases durante 3 días ni en la que la nieve durara tanto en las calles. Ha nevado a nivel del mar en lugares donde hacía más de 30 años que no sucedía como Dènia o Xàbia. Todo ello ha provocado lo que era inevitable: miles de vídeos y fotos han llenado las redes sociales mostrando la efímera belleza de los paisajes nevados del núcleo urbano que, durante tres días, ha quedado prácticamente paralizado por lo excepcional del episodio meteorológico.
Así que, en un corto espacio de tiempo en el que pude salir de casa (más allá de la obligatoria salida al parque con los peques y la reglamentaria guerra de bolas de nieve), y sin tiempo para acometer excursiones más largas, decidí recorrer la Vía Verde de Alcoy, esperando encontrar algunas estampas menos fotografiadas que las urbanas, así como cambiar un poco de aires tras casi tres días sin apenas salir de casa.
Este post no pretende explicar la ruta ni la excursión en cuestión, sino mostraros algunas de las imágenes de las que pude disfrutar.
Entrada fantasmagórica al cementerio municipal.
Inicio de la ruta, frente al Polideportivo Francisco Laporta, en el cruce de las carreteras de Sant Antoni y de la Font Roja.
Todo el trazado de la Vía presentaba este magnífico aspecto.
Caseta Valor
El camino apenas se distingue.
La niebla, protagonista en muchos momentos del camino.
Mas de l'Olivereta, junto a la Vía.
Mas de l'Olivereta
Vista de El Salt sobre el Puente del Río Barxell, por el que pasaremos más adelante.
Túnel del Mas de Sant Benet
No fui el único con ganas de fotografiar. Camino compartido entre interesantes conversaciones sobre fotografía, la belleza de nuestro entorno, la nevada...
Túnel del Mas de la Mota
Vista atrás
Corredores que desafían al frío...
...junto a sus fieles y juguetones compañeros.
Pont de les Set Llunes
Vista del puente del Barxell
Casetes del Salt
Panorámica del Salt, con el Castellar asomando tímidamente entre la niebla.
Como despedida, un visitante inesperado: un petirrojo que casi se dejó fotografiar. Esta es la menos mala de las que le pude sacar, pero es tan difícil...
Siempre es bonito recuperar la sensación, del crujir de la nieve bajo las botas, del frío en la cara y del silencio que sólo la nieve puede producir, sólo roto por el sonido del obturador de la cámara y los pasos que marcan nuestro camino.
Feliz invierno a todos.
Genial,Sr cronista.
ResponderEliminarGràcies Gonzalo. És un plaer compartir estes experiències amb tot el món.
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