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domingo, 29 de enero de 2017

Serrella, como nunca.

Fecha de la actividad: 28-01-2017
Integrantes del grupo: Natxo, Pau, Felín, Iván y Javi (o yo mismo).





Serrella como nunca. Sí, como nunca. Porque nunca la habíamos visto como hoy. Serrella es bella, Serrella es hermosa. Pero Serrella es, sobre todo, montaña. Montaña con mayúsculas. Posiblemente mi preferida de entre las de nuestra "terreta". Serrella es un regalo para quien la observa, para quien se adentra en ella para conocerla. Serrella es mágica.
Pero nunca como hoy. Tras más de una semana desde las últimas nevadas, históricas por lo abundantes y persistentes, Serrella aún conserva un manto espectacular con enormes acumulaciones en las zonas más altas. La duración de estas condiciones en la montaña no son nada habituales en estas latitudes (y altitudes: 1.387m. el Pla de la Casa, cumbre de la sierra). Mientras atravesábamos ojipláticos el precioso altiplano del Pla de la Casa, una frase se repetía constantemente: ¿Volveremos al ver algo así? Esperemos que sí, pero sospecho que pasarán muchos años para esto.

Hacía días que desde Alcoy, con el Alberri todavía cubierto por un manto blanco como fondo, no dejaba de mirar de reojo hacia Serrella. Estaba preciosa, y corrían fotos por whatsapp en la que aparecían auténticos "paquetones" de nieve por toda la sierra. Era ahora o nunca. Así que, tras unos cuantos mensajes de móvil y un par de llamadas, hemos formado un grupo de cinco que a las 8 de la mañana salían del coche, bajo els Frares de Quatretondeta, a la sombra de la mañana.


El camino, (por el que nos hemos perdido nada más salir del coche y nos ha tocado "guarrear" bastante) acaba llevando, tras fortísimas pendientes, hacia los espectaculares Frares.

Montcabrer está precioso, también con su manto blanco.

Entre pedreras nos vamos adentrando entre Els Frares. La bienvenida que nos da Serrella no puede ser más bonita.




Llegamos a la Mallada de les Cigales


Enseguida llegamos a la pinada que se encuentra en las inmediaciones de la Penya l'Heura (que dejaremos a nuestra derecha) y vislumbramos la Mallada del Llop.


En primer plano, ya vemos el Pla de la Casa y su rocosa cumbre. Al fondo, la Mallà del Llop.

Iniciamos un vertiginoso descenso hacia el Coll de Borrell. En ocasiones, nos hundimos hasta la ingle. ¡Qué barbaridad!


Aunque antes hay parada obligatoria: bocata, vino y herbero. ¡Hay que entrar en calor!

Tras el tentempié, llegamos al Coll de Borrell. Hace un viento endiablado, así que nos tapamos bien e iniciamos la ascensión.


FOTO: Natxo Segura

Echamos la vista atrás y el panorama sobrecoge. A la derecha, Penya l'Heura. Por esa pala de nieve acabamos de bajar.



Llegando a la llanura que precede a la cumbre del Pla de la Casa

Salgo en pocas fotos, pero esta que me ha hecho Natxo es espectacular.    FOTO: Natxo Segura
  
 El Pla de la Casa. Aquí, el espesor de nieve es tremendo.

Ya vemos la cumbre...

Bajando hacia la Cava que hay bajo la cumbre

Yo en la pala anterior a la cumbre. Tras superarla con alguna dificultad, decido ponerme los crampones, sobre todo pensando en el descenso. Aquí la nieve está muy venteada.
FOTO: Natxo Segura

 Llegamos a la cumbre con mucho viento. Pongo pose de alpinista para la foto.
FOTO: Natxo Segura

En las rocas de la cima hay bastante hielo así que fotografío a los que no han llegado a la cruz. ¡Las cámaras echan humo!

Apenas hago fotos desde la cumbre, hace mucho viento. En esta vemos la Mallà del Llop, más atrás la Xortà, que aún conserva algo de nieve, y, al fondo, la vertical silueta de la Bèrnia, que desde aquí parece la aleta de un tiburón.

Descendemos del Pla de la Casa por donde hemos venido, hacia el Coll de Borrell. Aquí se puede ver la Cava de nieve que hay bajo la cumbre.
 
 

Descendiendo hacia la Font Roja de Quatretondeta, vemos que se están formando arroyos de deshielo preciosos. ¡Esto tampoco lo había visto nunca!

Finalmente, cogemos el camino de la Font Roja de Quatretondeta, hacia el coche. Al fondo, tras la sierra de Alfaro (en primer término) se adivina el Benicadell. Ha sido una jornada memorable.

Pero las jornadas memorables no sólo están construidas de imágenes, montañas, nieve, caminos o cumbres. Con quién las compartimos es parte esencial de lo que queda en nuestra memoria. Gracias, chavales, por esta fantástica jornada.
FOTO: Natxo Segura

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