Fecha de la Actividad: 20-08-2020
La Serrella es una de mis sierras preferidas y hacía tiempo que no me acercaba. Nunca había visto ni estado en el Barranc de la Canal y hacía tiempo que me apetecía conocerlo, y la verdad es que no me defraudó.
Mucha gente conoce la Serrella como el Pirineo de Alicante, posiblemente debido a su agreste morfología y perfiles. Y reconozco que en alguna ocasión así me lo ha parecido. Pero soy poco amigo de comparaciones de este tipo. Y es que, en esta ocasión fui consciente de lo profundamente mediterránea que es esta montaña. Y lo digo con todo el valor que tiene para mí el concepto de montaña mediterránea. No me gusta cuando se mira y comenta con envidia las montañas de otros lugares, montañas más grandes, verdes o frías. Montañas que yo también admiro, aprecio y deseo cuando estoy lejos de ellas. Pero estas montañas, las de casa, suponen un tesoro por descubrir que a cualquier foráneo enamoraría y muchas veces, por cercanas, algunos ignoran o menosprecian. La calidad de algunos de sus paisajes, la cercana presencia del mar, y los restos de antiguas y milenarias actividades agrícolas y ganaderas así como la presencia de los blancos pueblos que las escoltan, hacen que siempre valga la pena una visita.
La ruta describe un itinerario circular con inicio y fin en Famorca en la falda norte de la Mallada del Llop, cogiendo el camino que surge a la izquierda del lavadero. La amplia pista, que en un primer momento asciende decididamente hacia el sur, siempre mirando hacia Serrella, pronto rompe a la izquierda para rodear toda la ladera norte de esta parte de la sierra en dirección a levante para buscar un collado que separa esta parte de la montaña del Barranc de la Canal, en la vertiente este de la montaña, y por el que accederemos a la misma.
La Xortá aparece ante nuestros ojos
Castell de Castells
La Xortà
Últimos metros antes de cambiar de vertiente y ver La Canal
Barranco y Castell de Castells, al norte
Por fin nos asomamos a la otra vertiente y vemos las paredes del Barranc de la Canal. En segundo plano, la Sierra de Aitana.
El cambio de vertiente es uno de esos momentos que responden a la pregunta de por qué ir a la montaña. Las paredes del barranco, al frente, el abanico de montañas que se nos abre al sur, capitaneados por la Aitana, y la presencia del mar por el este, con la visión de la costa de Altea, l'Albir y la Serra Gelada, unidos al incesante sonido de los cencerros de un rebaño de ovejas que ocupa todo el fondo del barranco, crean un contraste y una sensación únicas. Rodeado de ovejas, peñas, romero y el graznido insistente de una bandada de cuervos, la sensación es de un viaje al pasado, a un mundo rural hoy casi desaparecido, a la auténtica esencia del campo y los montes mediterráneos.
Embalse de Guadalest. Al fondo, Serra Gelada i l'Albir
Apenas se aprecia, pero vemos Altea.
Tras bajar al fondo del barranco, lo remontamos hacia poniente, directos hacia la Mallada del Llop, siempre rodeados de preciosas paredes calizas.Globularia, coronilla de rey (saullà)
Mondúver, sobre la costa norte de La Safor, muy cerca de Gandía
Lavanda o espliego (espígol)
Montgó, entre Dénia y Jávea
Tras ganar el punto más alto del barranco, se nos abre una pedregosa ladera a la izquierda, sin una senda definida, que nos conducirá a la cumbre de la Mallada del Llop, una de las mayores alturas de Serrella, la más oriental de ellas. desde allí el panorama es inmenso.
Xortà y Bernia
Valle de Guadalest y Sierra de Aitana
La Serrella, con las cumbres del Pla de la Casa i Recingle Alt
Benicadell
Montcabrer
Puig Campana
Desde la cumbre, debemos deshacer el camino hasta la cabecera del barranco. Desde allí descendemos hacia la Font del Noguer, no sin antes pasar junto al Pou del Noguer, un antiguo pozo de nieve, recuerdo de un comercio ya desaparecido.Pou del Noguer
Una mirada hacia atrás. La Mallada del Llop queda oculta a la derecha, tras el pino.
Famorca, entre Serrella y Alfaro
Famorca
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