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domingo, 7 de enero de 2018

Alrededor de la Serra de Segària

Fecha: 31 de diciembre de 2017

La Serra de Segària, de modesta altitud (apenas supera los 500 metros en su cumbre más alta), compone una imponente cresta de unos 5 kilómetros de longitud, que se dirige de poniente a levante. Desde la autopista A-7, llama la atención la inmensa mole rocosa que parece caer sobre la carretera. En su punta más oriental, su perfil recuerda a la cara de un indio con su enorme penacho extendiéndose hacia occidente. De perfiles brutales y ásperos, no es una sierra cómoda de recorrer, lo que hace que haya que sudar y mucho, para ganar sus "modestos" desniveles. Constituye una fantástica atalaya sobre la Marjal de Pego-Oliva. También ofrece unas magníficas vistas sobre el Montgó, que desde aquí se muestra inmenso y desafiante. De fondo, el mar, siempre el mar: el azul Mediterráneo. Hacia el interior un mar de montañas de nuestras comarcas centrales valencianas, sur de Valencia, norte de Alicante, nuestra Diània... No se me ocurre mejor manera de despedir el año que en la montaña.


La sierra nos recibe con el sol aún bajo y esos tonos anaranjados tan sugerentes y tan breves. Estamos en el Parque Público Segària (Campo de tiro de Ondara), un buen lugar donde dejar el coche. La zona cuenta con una zona recreativa y un albergue. Al inicio del camino hay un panel informativo con un mapa de la zona y las diferentes rutas que se pueden seguir.

Seguimos el PR que rodea la sierra y que cuenta con diferentes variantes. Tras una breve subida llegamos a un antiguo canal de riego por el que discurre el sendero hasta que encontramos un poste informativo que, entre otras opciones, nos dirige hacia la Cova i Avenc de Bolumini i el Portet de Beniarbeig.

El Montgó sobre las brumas que forman las quemas agrícolas. El fondo del valle se cubre de extensos campos de naranjos.

El Montgó, imponente

A pesar de la abundante señalización, la senda es, en ocasiones, difícil de seguir, debido a lo rocoso del terreno, lo que obliga a abrir bien los ojos en busca de trazas, marcas de PR, o hitos de piedras.

Echando la vista atrás apreciamos lo áspero del terreno por el que transitamos.

El Montgó desde el Portet de Beniarbeig. A sus pies, Ondara, a la derecha, Beniarbeig.

Los espolones rocosos flanquean el Portet de Beniarbeig.

Antes de superar el Portet, una última mirada al Montgó.

Nos asomamos al septentrión de la sierra y aparece, luminosa, la Marjal de Pego-Oliva. Al fondo, el mar.

La vertiente norte de la montaña es mucho más húmeda y, por tanto, dotada de una vegetación mucho más espesa. Los vientos de nordeste (Gregal) procedentes del mar y cargados de humedad encuentran aquí su primer obstáculo y dejan su huella en esta vertiente.



Las rocas cimeras de la montaña, siempre sobre nuestras cabezas, apenas dejan pasar el sol, que a estas alturas del año vive bastante cerca del horizonte.

Echo la mirada hacia poniente, al interior y me sorprende una visión familiar. Al fondo distingo el Benicadell con su imponente doble cresta flanqueando el barranco de El Regall.

El palmito, muy abundante, invade muchos tramos de la senda.

Desde el desvío del Portet d'Ondara se puede ganar la cumbre, aunque nosotros decidimos seguir rodeando la sierra hacia el Morro de les Coves.

Los cortados sobre el Morro de les Coves apuntan al mar como la proa de un galeón. Siempre mirando al sol naciente.




El Morro de les Coves, como he comentado antes, se precipita sobre la autopista y la carretera nacional. Hemos llegado al extremo oriental de la sierra. En breve llegaremos a cerrar el círculo.


Cuevas y oquedades del Morro de les Coves


Cuando volvemos a encarar el sur de la sierra, vemos de nuevo las agrestes crestas que escoltan el Portet de Beniarbeig.

Y así, con esta modesta pero "guerrera" montaña, despido 2017, con el deseo de más montañas para el 18 y con el convencimiento de que vivimos en un territorio inmenso en montañas, emociones y paisajes que quitan el aliento. No hace falta ir muy lejos para soñar.

¡Feliz 2018!

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